No hablamos de rutinas perfectas, ni de cuerpos ideales, ni de hacer todo bien.
Hablamos de algo más profundo. Hablamos de ese compromiso silencioso que muchas veces rompemos con nosotras mismas: el de estar ahí, para una misma, con la misma ternura con la que estamos para los demás.
Porque siempre encontramos tiempo para cuidar lo que queremos…
A nuestra familia, nuestras plantas, nuestras cosas.
¿Y a nosotras?
Nos duele la cabeza, y seguimos. Nos duele el cuerpo, y apretamos más. Nos golpeamos, y ni siquiera nos detenemos. Si eso le pasara a tu teléfono, a tu coche, a tu perro… ¿No pararías a ver si está bien?
Nuestro cuerpo es más que cuerpo.
Es la casa de nuestra alma. Y no está hecho para aguantarlo todo sin amor. Cuidarse no es un premio. No es un lujo. No es algo que puedas seguir posponiendo para cuando “haya tiempo”. Es una necesidad real, sagrada y urgente. Y empieza por algo tan simple como reconocer que tú también mereces el mismo cuidado que das. No después. No si sobra tiempo.
Ahora.
Amarse no es negociable. Cuidarse tampoco.
Y sí… también me lo recuerdo a mí, cada día. Porque a veces, quien más lo enseña, es quien más necesita aprenderlo.
Vivimos en un mundo que nos empuja a priorizar a los demás. Pero hoy, al menos por un momento, priorízate a ti.
Alma de Baróa